martes, 29 de enero de 2008

glastonbury

la película. mejor dicho: el documental. de julien temple, para más señas. más de dos horas de mejunje sonoro y visual. mezcla de imágenes de, probablemente, decenas de momentos en la dilatada historia de este mítico festival musical inglés que se celebra en la mágica localidad de galstonbury, en el valle del avalon, donde dicen que anda el santo grial (vaya, los del código da vinci no estarían muy de acuerdo; tampoco spielberg y su tercer indiana jones; tampoco, etc., etc.).

glastonbury mezcla sin rigor y con poco sentido imágenes captadas por fuentes del más diverso proceder: desde profesionales de la cámara provenientes de la productora, la BBC, que ofrece los momentos musicales más vibrantes (me quedo con el destrozo que joe strummer hace de toda cámara que ve cerca del escenario y con el heroes de david bowie que casi cierra los más de 120 minutos de metraje) hasta las cámaras de aficionados que durante lustros han inmortalizado sus vivencias entre el barro, mugre y el ritmo sin fin de los artistas invitados y los espectadores convertidos en artistas.

la intención de julien temple es clara: mezclemos todo el material para recrear tres jornadas completas de festival, como si de un homenaje a todo el que lo ha vivido se tratase. y el problema es que si no lo has vivido, si no has estado allím el resultado no engancha: es irregular, casi siempre poco sorprendente. además, la filmación carece de ritmo. también de coherencia musical, aunque quizás sea ésta incoherencia una de las señas de identidad de glastonbury. creo que cualquiera podría hacer algo de semejante nivel cinematográfico. intercalando imágenes de actuaciones de ediciones recientes de los últimos años y algunas cosas de los años 90, con imágenes caseras y de archivo de actuaciones de los años setenta. con poco material de los ochenta. con especial insistencia en el problema del organizador, el granjero michael eavis, que supuestamente dedica los terrenos al pastoreo de sus vacas el resto del año, con los "travellers", esa tribu ¿urbana? heredera de los hippies y que por aquí llamamos "perroflautas". esos "outsiders" a los que michael permitía vivir en sus terrenos a cambio de dar una nota de color estrafalario y circense a un festival que poco a poco fue engullendo el "mainstream": muro-contra-los-que-se-quieran-colar incluído.

siempre quise ir a glastonbury. cuando rondaba los dieciochoaños pensé en gastarme los ahorros de un trabajo preveraniego en irme a pasar tres días de música en el campo. nunca lo hice. y creo que ya nunca lo haré. festivales hay por doquier y hoy me agobian mucho. y no le veo emoción a estar tres o cuatro días sin dormir, sucio, borracho y "endrogado". el leitmotiv del festival de glastonbury era la música como catalizador de una libertad efímera a quemar en cuatro días y cuatro noches de infarto (e incienso), de paz (y desgaste), de amor (y sexo). hoy quizás de aquello no quede más que un bonito recuerdo en la cabeza de muchos aburguesados cincuentones que siguen yendo a "ser ellos mismos" por unos días: ¡qué ironía de la vida el ir tan contento e ilusionado a un sitio para sentir lo que de verdad sientes y eres... y que sepas positivamente que solo lo vas a ser tres días al año! ¡la depresión post-festivalera debe ser tremenda!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

uy! los cincuentones que siguen yendo a los festivales (que tal vez por 20ª vez) se merecen todos mis respetos! Les tengo cariño, me parece entrañable. deberían de invitarles, por asiduos y por auténtidos!!! No les intimida un fenómeno, que es la falta de comprensión con la edad, con la diferencia de. Y que llega hasta la discriminación más absurda y radicalen ciertos círculos. Estos tipos, que a veces van solos, esquivan y omiten las miraditas y cuchicheos de chavales de la edad de su hijo. "Este tío qué pinta aquí..." grave error.
Ese tipo escuchaba hace 20 años los grupos que tú acabas de descubrir, pringao! los grupos que tocan en este festival son de 3ª generación y ellos son colegas de los de la 1ª.
todo esto me recuerda que hace tiempo un amigo alemán me contó que se encontró a su padre en un festival. El padre estaba con sus amigos, en sus salsa. Me dio la sensación de que a mi amigo le había dado verüenza encontrárselo... y me vino a a la cabeza una imagen, muy nítida. Unos días más tarde conocí a su padre y era tal y como me lo había imaginado. Moraleja?

Anónimo dijo...

continúo, que ma ha picado el gusanillo cone este tema de los festivales. su cara A, su cara B... "dime a qué festival y te diré quién eres" (facilón donde los haya, nunca ha habido un refrán tan simple)
Por supuesto que no era una acusación dirigida a ti! con lo abierto que tú eres! en fin yo me he hecho asidua de este blog, me hace pensar...
Y ya he reclamado la heroicidad de los antihéroes melómanos que no se echan atrás por unos chavales...

oye.. ¿No me digas que no da pena cuando en "24hs party people" se pasa de la época dorada del desfase y de las fiestas, a las raves? El narrador y protagonista, que nos ha inspirado cariño, ahora parece de lo más patético. Vividor venido a menos, que ha montado un negocio de lo que antes su pasión,
traidor con sus gustos, un dueño ramplón de club, mayor que sus cliente,a lo Scorsesse o Brian de Palma... No te digo que llorase en ese momento pero eso sí me asusta: la falta de credibilidad.

mi conclusion:
Me gusta el desfase y el que la gente se desinhiba con la música pero para haber suceso
y katársis tiene que estar
mínimamente controlado. Si que uno se dé cuenta. Por eso no me gustan las raves.
besosssssss, Mª